Nada que objetar sobre las preferencias personales de cada uno. Sin embargo, hay razones objetivas con las que se pueden argumentar unas u otras posiciones. En la siempre controvertida discusión entre piletas de fibra y de obra, la decisión última es el gusto particular sin duda, pero no se pueden perder de vista datos concretos que pueden inclinar nuestra opinión.
Para empezar, las piletas de fibra de vidrio tienen una enorme ventaja para los que quieren disfrutar de la suya inmediatamente. Porque, el proceso de instalación es mucho más rápido y menos molesto que si nos decidimos por una de hormigón. Además, esto repercute en el precio que se hace mucho más económico.
El otro aspecto que merece la pena tener en cuenta es el de las propiedades del material en el que se fabrican. La fibra de vidrio, cada vez más perfeccionada y mejorada, es resistente, flexible y muy duradera. Aplicada a las piletas, nos permite que con un bajo nivel de mantenimiento disfrutemos muchos años de la nuestra. Y, esa flexibilidad, lejos de lo que ocurría hace unos años cuando todos los modelos eran muy parecidos, permite que se le dé a las piletas la forma y dimensiones que se precisen.
Y, una última recomendación para los más viajeros. Las piletas de fibra de vidrio permiten que, en caso de traslado a otra vivienda, nos la llevemos al nuevo destino y podamos reinstalarla sin grandes complicaciones. Algo que es posible ya que el vaso se construye en una sola pieza.