Aunque las piletas prefabricadas han demostrado una mejor resistencia frente a las agresiones de los agentes climáticos y de otra naturaleza, ello no es óbice para que sea necesario un mínimo proceso de mantenimiento.
Según los expertos consultados, la mejor herramienta es una buena prevención, aplicando determinados productos antes de que empiece el deterioro.
Pintar las piletas con materiales adecuados les proporciona una capa protectora verdaderamente eficaz. Para iniciar este proceso es conveniente buscar unas fechas en las que no haya previsiones de lluvias, ni fuertes vientos y aprovechar las horas en las que el sol no incide directamente en la pileta. Hay que contar con al menos una semana para tener tiempo suficiente.
Debemos empezar por vaciar la pileta y proceder a una limpieza y desinfección en profundidad de paredes, suelo y otras superficies y elementos.
El mejor producto es una solución de
lavandina al 20 por ciento para eliminar verdín y moho.
Para el sarro, lo que mejor funciona una disolución de ácido muriático al 40 por ciento.
Hay que lijar con suavidad toda la superficie y reparar las posibles grietas con resina poliéster o una imprimación de exopi, dependiendo de la gravedad de los daños.
El último paso es el pintado. Se puede optar entre esmaltes poliuretanos de dos componentes, más resistentes y caras, o las de base de caucho y acrílicos, que implicarán un repintado más frecuente. Es mejor aplicar dos capas finas de pintura que una gruesa y respetar a rajatabla los tiempos de secado, un mínimo de 4 o 5 días antes de llenar la pileta de nuevo.